Ríos de Acero

El corazón por excelencia de la industria acerera en Estados Unidos fue la ciudad de Pittsburgh, Pensilvania. La industria del acero cobró un gran auge durante las últimas décadas del siglo XIX. El único ejemplo de la industria acerera de antaño que permanece en pie en la región son los Altos Hornos Carrie (Carrie Blast Furnaces).

El primero de los siete hornos de fundición fue construido a lo largo del río Monongahela en 1884, posteriormente el complejo fue adquirido por la Compañía de Acero Carnegie, lleva el nombre de la esposa de Andrew Carnegie, quien era el personaje principal de la industria del acero en aquel entonces.

Este sitio fue una de las instalaciones industriales más importantes e innovadoras de su época. El horno fue diseñado para producir arrabio (pig iron), que se utilizó como materia prima para producir hierro fundido. Operó continuamente durante casi un siglo, produciendo millones de toneladas de hierro que ayudaron a construir infraestructura a base de acero, inicialmente vías de ferrocaril, convirtiéndose en uno de los pilares de la economía de Estados Unidos durante gran parte del siglo XX.

Una de las características más importantes de estos hornos de fundición es el tamaño. Los hornos se elevaban sobre el paisaje circundante, alcanzando una altura de casi 30 metros. También fue una instalación altamente eficiente, gracias en parte al uso de tecnologías innovadoras como sistemas de recuperación de gases residuales y motores de vapor. Estas características permitieron que los hornos produjeran hierro fundido que a su vez fue usado para fabricar acero a un costo menor que muchos de sus competidores.

El proceso comenzaba con las materias primas, que incluían mineral de hierro, coque y piedra caliza. Estos materiales se transportaban a la parte superior del horno en grandes baldes o contenedores para verterlos dentro del horno, donde los materiales se calentaban a temperaturas que alcanzaban los 2,000 grados centígrados, lo que provocaba que se licuaran y se separaran en hierro fundido y escoria. El hierro fundido se extraía del fondo del horno en grandes cucharas, y era transportado por vías  de tren a una acerera cercana del otro lado del río Monongahela propiedad de la misma empresa, donde se producía  acero el cual era utilizado para fabricar una amplia gama de productos, desde automóviles y electrodomésticos hasta puentes y rascacielos.

Los hornos de fundición proporcionaron miles de puestos de trabajo para los residentes locales, muchos de los cuales eran emigrantes de Europa del este, lo cual ayudó a impulsar el crecimiento económico y el desarrollo en la región.

A pesar de su importancia, los hornos Carrie también tuvieron grandes desafíos y contratiempos. La instalación estuvo sujeta a cierres y despidos periódicos, así como a accidentes e incidentes de seguridad, especialmete durante las primeras décadas de operación.  El trabajo requería mucha fuerza física y resistencia, los trabajadores tenían que lidiar con turnos de 12 horas 7 días a la semana sin días festivos ni vacaciones,  además de soportar condiciones de trabajo peligrosas, incluida la exposición a altas temperaturas, productos químicos peligrosos y maquinaria pesada. A pesar de estos desafíos, muchos trabajadores se enorgullecían de su trabajo y lo veían como una forma de mantener a sus familias y contribuir al crecimiento de su comunidad.

El horno siguió funcionando hasta 1978, cuando se cerró como parte de una reestructuración más amplia de la industria del acero.

En las décadas siguientes, esta región se fue deteriorando a lo largo de los años debido al declive de la industria acerera, las instalaciones se convirtieron en blanco de grafiteros y otras actividades ilegales. Sin embargo, en los últimos años ha habido un interés renovado en preservar el sitio como un hito histórico y un símbolo del patrimonio industrial de Pittsburgh.

En 1997 un grupo de jóvenes artistas acudieron al sitio cada domingo durante un año para construir una escultura que ahora es considerada como la mascota extraoficial, el Venado Carrie, el cual fue elaborado con material de desperdicio y que se ha convertido en un símbolo de renovación de este complejo industrial. Este video narra sobre este tema https://youtu.be/PR2XXw4wNAU

Actualmente este lugar ha sido designado como Monumento Histórico Nacional y se ha transformado en un destino popular para locales y visitantes que desean aprender más sobre la historia y el significado del sitio. Hay visitas guiadas de mayo a octubre, así como eventos especiales, conciertos, talleres e instalaciones de arte.

Para tener una mejor perspectiva del aspecto artístico y explorar la convergencia del grafiti y las artes del metal puedes ver este cortometraje titulado Industrial Grit and Graffiti que explora un programa de participación comunitaria y artistas lanzado por Rivers of Steel el año pasado, organización que se dedica a preservar el patrimonio cultural e industrial de la región. https://youtu.be/uvM8A9gcqlk

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